Si el anterior post lo dedicamos íntegro a conocer el mito sobre el dios del sol Ra, en esta ocasión rendimos culto al que fue el más querido de los dioses por los egipcios a pesar de ser la más misteriosa de las divinidades y de origen más oscuro de todo el panteón: Osiris, dios de la muerte y de la resurrección.
Osiris era adorado en todo Egipto como protector de los muertos, guardián de las necrópolis y garante de la resurrección. Era el señor del mundo subterráneo, el mundo de los muertos, aunque también se le tenía como el dios de la fertilidad y de la agricultura.
En él se reunían la vida y la muerte. Tan importante era la unión del alma de los difuntos con este dios que en las inscripciones funerarias su nombre precedía al del muerto formando un nombre compuesto por el de Osiris y el nombre real que hubiera tenido en vida.
Se le consideraba un dios justo por lo que todos los que llevasen una existencia recta en vida con Ra gozarían de la misma suerte en el más allá con Osiris.
Este es uno de los dioses más misteriosos, pues no se conoce el significado de su nombre ni su interpretación jeroglífica representada por un ojo y un trono. Tampoco se sabe cuando empezó a ser venerado, ya que se cree que su culto es anterior a cualquiera de los textos que hablan de él, pues en los Textos de las Pirámides ya existían capillas levantadas a Osiris antes de la I Dinastía.
Lo que se nos dice sobre este dios en el Libro de los Muertos es que se solía representar en vendas como las momias llevando una corona blanca en forma de cono que representaba el sur de su país y en sus manos el báculo y el mayal (símbolos de la realeza) y que vivía pacíficamente en el reino de los muertos juzgando a las almas que se presentaban ante él para otorgarles el premio o el castigo.
En relación al mito de Osiris, es considerado el más importante de los mitos de la religión egipcia. La historia completa no ha podido ser encontrada en los textos egipcios, se conoce hoy en día gracias a los relatos de los escritores griegos:
Nut, la diosa del Cielo era la esposa de Ra pero amaba a Geb y este le correspondía; enterado Ra de tal infidelidad maldijo a su esposa diciendo que sus hijos no nacerían en ningún mes ni en ningún año.
Asustada la diosa acudió a buscar la ayuda de Thot, que también estaba enamorado de la bella diosa, y este utilizó su astucia para encontrar una solución al problema sin contravenir la orden divina de Ra.
Apostó con la divinidad masculina de la Luna algo de su luz y la ganó, utilizando entonces esa luz para crear los cinco días que no pertenecían ni al año anterior ni al año siguiente y a ningún mes concreto (el calendario egipcio contaba con 370 días). En estos cinco días Isis dio a luz a Osiris, Horus, Set, Isis y Neftis.
Pasado el tiempo Osiris se convirtió en el gran rey que se anunciaba en su nacimiento y Egipto conoció una época de felicidad y prosperidad como nunca antes.
Sin embargo el mito de Osiris continúa, y no podemos hablar de Osiris sin Introducir en la historia al “malvado Set”, a quien dedicaré parte del próximo post.
No hay comentarios:
Publicar un comentario