viernes, 28 de diciembre de 2012

El nacimiento del mundo griego

Como ya adelantábamos en el anterior post al involucrarnos en el mundo de la mitología griega, los griegos sostienen que los dioses y los hombres habían sido creados al mismo tiempo que el mundo.
Por esto es interesante detenerse en los mitos que sostienen la creación del mundo y la aparición de los primeros dioses.
El universo estaba cubierto por la oscuridad, era el caos. Este caos creó como una extensión de sí mismo a dos seres: Érebo, representante de las tinieblas y Nix el de la noche.
Nix inventó la luz del día y la luz etérea aunque esta se opone a la noche también es su razón de ser ya que sin el día no existía la noche. Día y noche se fueron alternando y las criaturas de la tierra encontraron su espacio para vivir; sólo los dioses vivían siempre en la luz.
Del mismo abismo nació Gea, la madre Tierra. En la Tierra todo tiene forma, es firme y estable oponiéndose al Caos donde todo el oscuro y no permite ver nada con concreción.
Gea es la superficie del mundo, donde en algunas zonas presenta montañas elevadas y en otras profundos abismos, que es donde se enlaza con Caos.
Después surgió Eros, el amor pero no como la atracción entre los sexos opuestos, ya que todavía ni siquiera existían los sexos, sino como aliento primordial y vital.

Urano (Cielo o Firmamento) se sitúo sobre Gea. Cielo y Tierra formaron pareja masculina y femenina que ahora sí por voluntad de Eros dieron lugar a las plantas, las flores y a todos los animales de la creación. Se formaron los ríos, mares y océanos.
Urano persistió hasta dejar preñada a la diosa Gea. Los hijos concebidos se quedaban todos en el vientre de la madre, pues Tierra y Cielo estaban unidos y no quedaba espacio para que esos hijos pudieran aflorar a la superficie.
Los primeros hijos fueron los cíclopes, seres con un solo ojo. Los segundos trillizos eran gigantes con cien brazos y un poder extraordinario. Urano arrojó a sus hijos al Tártaro en lo más profundo de la Tierra pues eran unos hijos rebeldes difíciles de dominar.
Les siguieron naciendo hijos a Urano y Gea, los titanes que eran seis hombres y seis mujeres pero como en el caos de sus predecesores y hermanos tampoco podían salir del seno de su madre. Esta unión permanente entre Gea y Urano no permitía que hubiera luz. La noche era eterna.
Gea no podía soportar más esa situación y en una noche llena de ira, incitó a sus hijos a rebelarse contra Urano.
Gea fabricó una hoz y se la entregó a su hijo Cronos que escondido en el vientre de su madre esperó su oportunidad y en el lugar en que estaba unido Urano con Gea Cronos le cortó los genitales a su padre. Sin embargo algunas gotas de sangre de prodigiosa capacidad reproductora fecundaron de nuevo a Gea y nacieron así las “erinas”, furias que vengaban los parricidios y el perjurio. Nacieron también los gigantes y los guerreros que representaban la guerra, el castigo y la discordia entre la familia.
El Cielo quedo fijado donde se encuentra hoy y ya no volvió a unirse nunca con la Tierra, sin embargo el acto de Cronos tuvo otras consecuencias: al separarse los titanes pudieron salir y reproducirse dando lugar a otras generaciones. El día y la noche empezaron a sucederse de forma regular y Cronos fue su dios desde entonces.
El mundo se iba configurando, en el que cobraban especial importancia tanto la violencia como el amor. Violencia y amor, dos fuerzas fundamentales y terribles a la vez que moverían el mundo a partir de la acción de Cronos, dando lugar a la guerra de los dioses por la supremacía.

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